Casi sin pensarlo ni planearlo, nos encontramos con un sarao caído del cielo que por supuesto fue bienvenido. La ciudad del Turia, últimamente está tomando protagonismo y allí nos dirigimos como digo, dicho y hecho. Aprovechando, como siempre, que Antonio desarrolla sus quehaceres por esos lares, y que yo mismo me encontraba esa semana también por allí por motivos profesionales, Germán tiró la caña a ver si picaban y picaron. Sólo Juan por motivos personales no podía participar de la quedada pero para eso está este blog...para contárselo. La próxima.
Así que planeamos un día completo valenciano. La idea fue aprovechar el día para comer en algún sitio chulo y acercarnos al, en el momento en el que escribo, extinguido master de tenis en su día 500, este año 250 y como he dicho ahora finiquitado. Un proyecto hace unos años importante que aspiraba a ser master 1000 pero que con el tiempo ha tenido que echar el cierre. Como tantas y tantas cosas que se montaron en Valencia fruto de la unión PP y años de bonanza y que ahora tristemente desaparece. Falta de financiación, afición, ni siquiera se puede hacer en el Agora sino en una carpa prefabricada contribuyen. Además ese día jugaba Willi García López, amiguete de Germán que entrena en el Arena y que este año ha conseguido colocarse entre las treinta mejores raquetas del mundo.
Para comer decidimos acercarnos al Canalla de Ricard Camarena. Ya habíamos estado en su restaurante anteriormente y nos quedó ese puntillo de ganas de visitarlo en otra ocasión.
Pues ese era el plan. Curro por la mañana. Germán que había venido antes sacaba entradas y quedábamos para ver algún partido antes de comer. Comida y vuelta a ver más tenis y alguna copica por la ciudad para terminar.
Después de ver algo de tenis por la mañana, nos dirigimos a buscar el restaurante que a la postre no estaba tan lejos de donde nos encontrábamos. Buscando la calle, pasamos primero por el restaurante de Camarena que visitamos en Fallas, y resulta que el Canalla estaba justo el la misma manzana pero dando a otra calle perpendicular. Por supuesto habíamos reservado y al entrar vimos que estaba lleno, que para ser un día entre semana, dice mucho. Mucho habíamos leído de este restaurante, y la verdad es que todo se ajustaba en principio a lo vimos. Nos llamaba la atención lo del "restaurante más ecléctico de Ricard Camarena" y a la postre lo es. Una mezcla de ambientes que no sabes si estás en una taberna, en un mejicano, en un burguer o en un japonés. Totalmente incalificable y encasillable en ningún tipo de restaurante. Una decoración que tampoco es homogénea, como una mezcla de decoraciones que se han ido solapando y que no te permiten calificar de una forma u otra. Vamos, como si amueblas el salón de tu casa mitad con muebles de Ikea y mitad de Roche Bobois, que no pegan ni con cola. Pues aquí se consigue la armonía dentro de la variedad. Una ambiente oscuro con paredes negras donde aparecen en tiza dibujos o la propia carta, o hueveras de cartón de toda la vida. Cajas de madera colgando del techo, mesas bastas de madera, paredes de pizarra o madera. En definitiva, algo totalmente atípico porque no guarda una homogeneidad pero que resulta muy original. Una barra nada más entrar por si quieres tomar algo de pié. Original el cubo de gominolas que había. Terminé con ellas jajaja. Y el personal muy joven, informal en atuendo, de negro y vaqueros que le siguen dando un ambientillo chulo. Os muestro algunas fotos, aunque no son mías para que os hagáis una idea.
Por supuesto, cocina abierta a la sala que no me canso de repetirlo me encanta.
A la postre, después de ver el local, ves la carta y ya sí que flipas en colores porque no se parece en nada a ninguna carta que haya visto nunca.
Si te pones a comparar los dos camarenas, ves que el restaurante es su universo creativo donde da rienda suelta a su arte y ofrece una cocina más sofisticada, servicio más exquisito, acorde con un michelín típico. Sin embargo, el Canalla creo que es su versión más golfa donde se desinhibe y creo sencillamente que es donde mejor se lo pasa. Es mi opinión. Además, las cocinas de ambos locales están comunicadas y de hecho apareció por allí Ricard, certificando que todo estaba ok.
Volviendo a la carta y a la hora de pedir, vemos que hay dos menús muy asequibles de precio, uno individual y otro a compartir muy completos. Como el lugar es oscuro, ver no veo muy bien y que nos gusta probar de todo, pedimos opinión a la chica que amablemente nos atiende para que nos dé pistas y nos ajuste un menú. Repito, la carta es la bomba. No sabemos por donde empezar. Cuando te sacan del entradas, pescados, carnes y postres te vuelves loco pero aquí más. A primera vista mucho toque oriental, sudamericano, mejicano, japo, chino, neoyorkino....una locura. Tienes que venir diez veces para probar todo. Cucuruchos, ensaladas, suquet, salsas coreanas, chinas, vietnamitas, tacos mejicanos, tartar, hamburguesas, productos ecológicos, mozzarellas de bufala, sashimis, tatakis, la vaca gallega que no falte, rollitos, una pasada. Infinidad de elaboraciones con los productos más diversos que te puedas imaginar. Así, que más perdidos que Marco Polo, le decimos a la chica que nos ajuste un menú. Y en esto quedó la cosa:
Tras unas cervezas, comenzamos por el cucurucho crujiente de salmón, aguacate y wasabi. Muy original en su diseño y fresco al comer.
Pedimos un canelón de aguacate relleno de tartare de bonito muy fresco también.
Nos pareció original y además nos lo recomendó, el bocata al vapor de cerdo pekín. Este ya era un plato caliente.
Continuamos con el tartare picante de atún rojo con arroz de sushi templado. Aquí fallamos un poco porque pensamos que era un tartar de los de siempre pero la mezcla con el arroz como que no nos entraba por los ojos. Bueno, eso sí.
Para culminar probamos dos tacos mejicanos. El de rabo de toro y setas y el de cochinita pibil. Picantones.
Para beber, Maduresa del 2009 y alguna copa de Malkerida.
Lo de los postres era una auténtica lotería porque no sabes muy bien que te vas a encontrar, así que fuimos sobre seguro y pedimos, como no algo con chocolate, en esta ocasión nuevas texturas de chocolate 2015, que así se llama la criatura. A mi juicio, uno de los postres de chocolate mas impresionantes que he probado nunca. Exquisito. Y torrija caramelizada con helado de mantecado. Idem.
Como veis, menú completo, todo sabrosón con mucha salsa y toque picantillo. Original y variadísimo. Te obliga a volver para probar otras cosas. Ya os digo que lo de la carta es algo fuera de lo normal. De precio bien. Si te vienes arriba puede que se te suba pero si lo tienes claro muy asequible.
Unos cafés, sobremesa y rápidos al tenis.
Recomendable por supuesto.
Tras el ágape, raudos y veloces hasta el Agora para ver el partido de Willi, en esta ocasión contra un japonés afincado en Valencia. Ambiente pelín soso y partido facilón para el albaceteño. Con raquetas del veinte para arriba le dan que no veas, ver al Djokovic tiene que ser la pera limonera. Por supuesto, acceso a la zona mixta.
Y para finalizar, la sorpresa de la noche vino de mano Urbana de Exteriores, empresa puntera en su sector que ese día inauguraba sede en Valencia, y donde el bueno de Rubén desarrolla su trabajo contribuyendo como he dicho a que sus proyectos sean una referencia ya a escalas muy superiores a las locales. Sirva como ejemplo una de sus últimas bombas: el suri shelter. Pedidos de Naciones Unidas al mas alto nivel son una muestra de su innovación tecnológica.
Toda esta publicidad, para compensar la jartá de jamón, vino y en mi caso pastelitos que nos pegamos a cuenta del evento donde pasamos un buen ratico en compañía de nuestro amigo. Ya en serio, me gusta que a la gente que conozco le vaya bien, y a los que no conozco también.
Pues eso fue todo. Día completo con un amago de aneurisma encefálico de Antonio....vaya paliza tiene el hipocondríaco, y como siempre buen ambiente...al final nos va a gustar Valencia. Tempranico a dormir a Villa Muñoz que al día siguiente había que seguir contribuyendo a la prosperidad de este país nuestro.
Como siempre...un placer.
By Joe.
Volviendo a la carta y a la hora de pedir, vemos que hay dos menús muy asequibles de precio, uno individual y otro a compartir muy completos. Como el lugar es oscuro, ver no veo muy bien y que nos gusta probar de todo, pedimos opinión a la chica que amablemente nos atiende para que nos dé pistas y nos ajuste un menú. Repito, la carta es la bomba. No sabemos por donde empezar. Cuando te sacan del entradas, pescados, carnes y postres te vuelves loco pero aquí más. A primera vista mucho toque oriental, sudamericano, mejicano, japo, chino, neoyorkino....una locura. Tienes que venir diez veces para probar todo. Cucuruchos, ensaladas, suquet, salsas coreanas, chinas, vietnamitas, tacos mejicanos, tartar, hamburguesas, productos ecológicos, mozzarellas de bufala, sashimis, tatakis, la vaca gallega que no falte, rollitos, una pasada. Infinidad de elaboraciones con los productos más diversos que te puedas imaginar. Así, que más perdidos que Marco Polo, le decimos a la chica que nos ajuste un menú. Y en esto quedó la cosa:
Tras unas cervezas, comenzamos por el cucurucho crujiente de salmón, aguacate y wasabi. Muy original en su diseño y fresco al comer.
Seguimos con unas croquetas de pollo al l´ast. A priori lo que parecía más sencillo y literalmente para comerse media docena. Espectaculares.
Continuamos con el tartare picante de atún rojo con arroz de sushi templado. Aquí fallamos un poco porque pensamos que era un tartar de los de siempre pero la mezcla con el arroz como que no nos entraba por los ojos. Bueno, eso sí.
Lo de los postres era una auténtica lotería porque no sabes muy bien que te vas a encontrar, así que fuimos sobre seguro y pedimos, como no algo con chocolate, en esta ocasión nuevas texturas de chocolate 2015, que así se llama la criatura. A mi juicio, uno de los postres de chocolate mas impresionantes que he probado nunca. Exquisito. Y torrija caramelizada con helado de mantecado. Idem.
Unos cafés, sobremesa y rápidos al tenis.
Recomendable por supuesto.
Tras el ágape, raudos y veloces hasta el Agora para ver el partido de Willi, en esta ocasión contra un japonés afincado en Valencia. Ambiente pelín soso y partido facilón para el albaceteño. Con raquetas del veinte para arriba le dan que no veas, ver al Djokovic tiene que ser la pera limonera. Por supuesto, acceso a la zona mixta.
Y para finalizar, la sorpresa de la noche vino de mano Urbana de Exteriores, empresa puntera en su sector que ese día inauguraba sede en Valencia, y donde el bueno de Rubén desarrolla su trabajo contribuyendo como he dicho a que sus proyectos sean una referencia ya a escalas muy superiores a las locales. Sirva como ejemplo una de sus últimas bombas: el suri shelter. Pedidos de Naciones Unidas al mas alto nivel son una muestra de su innovación tecnológica.
Como siempre...un placer.
By Joe.
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