Tras una primera incursión el año pasado en la tan conocida fiesta fallera de nuestros vecinos, decidimos que, tras experimentar tan buenas sensaciones, había que instaurar a modo de cita obligatoria anual este acontecimiento. Esperemos que tras la segunda visita así sea y no quede ahí, sino que se perpetúe en el tiempo.
En esta ocasión la logística fue la misma, en el sentido de que Antonio nos esperaba en Valencia y nosotros salíamos de aquí raudos y veloces a primera hora de la mañana para llegar a tiempo de la mascletá y continuar con nuestros quehaceres. Además este año, los pirotécnicos eran los Caballer, que tanto conocemos en Alicante porque siempre se dejan ver en nuestras Hogueras.
Para comer pensamos en dar un pequeño salto cualitativo a nuestros paladares y probar algo nuevo. Después de darle más de una vuelta al asunto decidimos reservar en uno de los restaurantes que Ricard Camarena regenta actualmente en Valencia. Conocido y joven chef valenciano, actualmente ya con una estrella michelín, también ofrece una oferta más que atractiva en su nuevo restaurante Canalla Bistro, donde sin alejarse de su cocina que le ha hecho merecedor de la misma, ofrece platos más urbanos, que forman parte del universo creativo de este chef. Puestos a elegir entre uno y otro, nos decidimos por el restaurante y dejamos el Canalla para otra ocasión. Así pues, reservamos con bastante antelación y concertamos cita.
Con la logística ya encauzada, lo primero era hacer acto de presencia en la mascletá al grito del caloret de la alcaldesa y hacer boca con un poco de ruido y cerveza. Huelga de metro ese día así que tiramos de taxi. Como siempre espectacular de gente y ambiente. Da gusto ver como se vive la cultura de la pólvora aquí, de tal modo que al final te absorbe. Pues ya bien situados y cerveza en mano, mascletá más que aceptable, sin ser de las mejores pero chula.
Llegados al sitio, decir que rompe totalmente con lo que esperamos encontrar. Una entrada en color negro con apenas una cartelito minúsculo con el nombre del chef, un banquito Luis XV y una carta de menú en una repisa. Ahhh...y un timbre. La verdad más de after que de restaurante de alta alcurnia. Tocamos un par de veces y nos abre una chica, a la postre, jefa de sala que nos recibe y atiende de forma impecable. Pues bien, lo que encontramos dentro para mí es un paraíso en forma de restaurante. Muy pocas mesas, creo recordar tres o cuatro, un reservado con una mesa grande y otra alargada a modo de mesa de merendero que va a morir directamente a la cocina. En esta en un extremo cuatro comensales, dos en el centro y nosotros cuatro pegados a la cocina. Ahí noté que ya se me caía la baba.

Amablemente nos atiende y nos explica qué nos puede ofrecer. Dispone de un menú diario sujeto a número de comensales mínimo y menú degustación que puedes ajustar a tus preferencias. Hay uno de nueve platos y otro de once. En todos los menús, nos garantiza que quedamos satisfechos, pero que todo depende de la curiosidad de probar más o menos platos. A curiosidad no nos gana nadie, así que decidimos ir directos al menú Camarena con nueve platos y dos postres. A la hora de elegir los platos entre todos los que nos ofrece, dejamos a su elección cuales serán y sólo Germán propone el de la ostra con aguacate y horchata de galanga. Posteriormente, el sumiller, por cierto, alicantino, nos aconseja y fijamos el vino a tomar posterior a una cervecilla. Lo que vino a continuación viene a ser el arte del sabor a la máxima expresión con platos muy bien presentados con productos muy de la tierra y que unidos a un ambiente y servicio exquisito contribuyeron a a que, a pesar de salir pasadas las seis de la tarde de allí resultara corto. Comenzamos con dos entradas que no entraban en el menú a modo de aperitivo, seguido de los nueve platos y los dos postres. Os pongo las fotos.
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sopa de ave de corral con trufa negra |
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vaina de habitas y quisquillas |
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piel de calabacín asado, steak tartare,fresitas, requesón y emulsión de alcaparras |
Como he dicho al principio, un servicio exquisito. El sumiller nos comentó que quince personas estaban trabajando para dar de comer a veinte comensales, esmerándose en todos y cada uno de los detalles. Como siempre, lo sabéis los que habéis entrado alguna vez en este humilde blog, las cocinas son mi debilidad y el hecho de estar literalmente codo con codo con los cocineros que están elaborando me enloquece, igual que el di caprio en la proa del barco...me creo el rey del mundo.
Por supuestísimo, aconsejable mil por mil cuando se visite Valencia. Ricard Camarena, así como todos su equipo estuvo con nosotros de diez y quedamos emplazados para una nueva visita....quizás cuando consiga su segundo michelín???.
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grande Ricard |
Pasadas las seis de la tarde salíamos plenamente satisfechos y en día de ofrenda a la Mare de Deu a patear Valencia. Andar se anduvo, que el camino se hace al andar.




Un placer señores.
By Joe.
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