Por fin.....llegó el día en el que de nuevo retomaríamos nuestras quedadas de mediodía con todo lo que conllevan. Una vez de vuelta a la normalidad, con los colegios funcionando a todo gas, los horarios ajustados, extraescolares concertadas y los cuerpos volviendo a su sitio de donde nunca debieron irse antes del verano, tocaba ya ajustar agendas para visitar algunos de esos lugares que están impacientemente esperando ser visitados por nosotros. Y la verdad, no fue fácil, que siempre tenemos que hilar fino para poder quedar. Además, tenemos concertada visita con el Conseller de Educació para gestionar de nuevo los horarios de salida de los niños. Esto de adelantar la salida media horita va contra natura, que la hora de comer en España siempre ha sido las dos y media y estos hábitos no se pueden perder.
Aprovechando que Antonio andaba por aquí jueves y viernes, buscamos la posibilidad de hacerlo uno de esos dos días. El viernes parecía más complicado así que después de visitas a dentistas de unos y salidas a todo trapo de otros del trabajo, el jueves fue el día elegido. El lugar como siempre a última hora, para variar. Germán sugirió visitar Gema Penalva en la antigua plaza del Angel. Con un par de años funcionando en Alicante parece que se ha consolidado como sitio de referencia de cocina innovadora, con gusto, respetando platos más tradicionales y dándoles un toque personal más actual. En fin, que todo lo que habíamos oído era bueno y también acerca de sus maridajes que se ve hacen en alguna ocasión. Blanco y en botella...pues eso...que había que visitarlo.
Previa quedada en donde siempre para hacer tiempo con una cervezilla, para posteriormente salir dirección centro para finalizar en el restaurante.
Aprovechando que era semana de tapas en la ciudad, decidimos, para seguir haciendo tiempo mientras llegaba el último, tomar la que ofrece Lazona, justo frente a Gema Penalva y los más viejos conocimos como el bar Angel. Tomamos la tapa que ofrecen, el fartón de changurro, que sinceramente no sé de que está hecho pero está bueno.
No muchas mesas ocupadas, camareros atentos y serviciales, ambiente tranquilo y local bonito y sencillo. Aunque lo vimos al final, la cocina totalmente abierta, incluso con una barra encima justo de la misma. Me gusta ver las cocinas donde se trabaja y como lo trabajan. A lo mejor de haberlo visto nos hubiésemos colocado dentro en vez de en la mesa redonda que elegimos. En los fogones, Gema y otro cocinero. De los dos camareros, uno de ellos el especialista en vino, que nos aconsejó acertadamente. Buena alineación.
La carta muy completa, con bastantes platos, muchos de ellos basados en productos autóctonos y otros más de autor. Como siempre, pedimos consejo para pedir muchos de ellos y compartir y así poder probar el mayor número. Fuera de carta nos ofrecen olleta, aunque hoy no nos apetece. Finalmente, pedimos a saber los siguientes platos: coca de triki trake con salazones, croquetas de jamón y de marisco, pulpo braseado con habitas, callos de la tía Conchita, tosta de foie caramelizado con compota de manzana y carrillera de ternera como plato principal. También pedimos a toro pasado porque nos llamó la atención una ensalada con trucha con helado de manzana asada. El vino, siguiendo consejo del experto y para probar cosas nuevas pedimos un tinto primero de la zona murciana y después otro más potente de la ribera del Queiles.
Platos esquisitamente presentados, innovadores y a la vez tradicionales, que hacen de este bar un lugar aconsejable para visitarlo sí o sí. Por poner un pero, el precio de los vinos, como suele ocurrir en todos estos sitios y no entiendo muy bien por qué, caros en relación a lo que cuestan en bodega. Por lo demás buena relación calidad-precio.
Así que lo dicho, estamos de vuelta...a ver como se da la temporada, que por oferta no va a ser.
Como siempre, un placer compartir ratos con vosotros.
By Joe.