Pues eso, que qué narices pintaban unos alicantinos en las Fallas de Valencia. Me lo pregunto una y otra vez y no logro darme a mí mismo una contestación. Y es que cuando los astros se alinean para que ocurran las cosas no hay más que dejarse llevar. Eso es lo que hicimos y a posteriori decir que bienaventurados aquellos que se dejen llevar por las corrientes porque se ahogarán como mucho en alcohol, y de eso, se sale.
La verdad es que se dieron una serie de circunstancias muy especiales para que siguiéramos los pasos de Jaume el Conqueridor en el asalto al feudo valenciano en sus fiestas grandes. La principal, el tener piso franco en la ciudad, gentileza de Antonio, que se gana sus lentejillas actualmente en la capital del reino de Valencia. La segunda, la facilidad con la que actualmente se llega por autovía en poco tiempo, sin colas, con buenas carreteras. La tercera, fundamental, las ganas de visitar esta ciudad en fiestas grandes, más que nada por comparar con nuestras Fogueres, que están muy subiditos estos del Turia en esto de la fiesta. La cuarta, como siempre, las ganas de juntarnos alrededor de un buen mantel. Y por supuesto, la quinta, pasarlo muy bien aunque sea en territorio comanche.
Faltaba ajustar el día que haríamos acto de presencia por allí. El lunes 17 parecía un buen día, ya que, no habría aglomeración de fin de semana ni de noche grande del 18. Así, que después de pedir unos favores laborales concretamos para esa fecha. Saldríamos por la mañana después de nuestros quehaceres domésticos y allí nos esperaría Antonio para comenzar la tourné. Previamente, ya habíamos gestionado el sitio donde íbamos a ir a comer. En la última visita a La Clandestina, Joaquín que conoce Valencia nos recomendó visitar un restaurante de un amigo suyo, La Gallineta de Arturo Salvetti. Y eso hicimos. Nos aseguró que saldríamos encantados y así fue. Más adelante os contaré.
Sin muchos preparativos previos y tras tomar un cafetillo salimos rumbo a Valencia y tras un viaje ameno aparecimos en casa de Antonio que nos esperaba. Aparcamos y en metro nos movimos hasta el centro para ser testigos de la mascletá, sello identificativo de estas fiestas junto con sus monumentos. Mucha gente, a pesar de ser laborable, en las zonas adyacentes a la misma. De hecho, conforme nos íbamos acercando, el gentío era mayor con lo que optamos en escuchar, que no ver, en un segundo plano, tomando una cervecilla. Para ser sincero, decir que suena de cojones. No son tan largas en tiempo como en Alicante, pero tronar truenan y bien. Y eso que nosotros estábamos a unos doscientos metros. Con razón la Rita Barberá no se baja del balcón la tía....así cualquiera. Una vez finalizado el acto y tras el aperitivo nos dispusimos a patear hasta encontrar el restaurante donde habíamos quedado para comer. En el paseo, ambiente grande de fiesta. Reconocer que los monumentos son realmente espectaculares en dimensiones y diseño. Aunque como digo yo, si al final los van a quemar para que tan grandes y ese dispendio económico.
Tras una cerveza y unos aperitivos gentileza de la casa, damos un repaso a la carta y vemos platos realmente apetitosos, con lo que ajustamos un menú variado con muchos platos y diferentes. El vino lo negocian los expertos, aunque dejándose llevar por las sugerencias de Arturo. Así que al asunto. Espero no olvidarme de nada pero por si acaso os pondré la carta para que veáis la variedad de platos. Comenzamos por una ensalada de cous cous, muy original y buena. Un salmón marinado muy bueno también. Los figatells de sepia que nos sirvieron a continuación espectaculares, nominados a mejor plato del día. Torrija de pulpo braseado superoriginal. Carrillera de buey muy bien hecha y steak tartar, tengo que reconocer que aunque no es mi fuerte muy bueno. Así lo acreditó Germán, más acostumbrado a probar este tipo de platos cocinados por su progenitor. Por último un arroz meloso rico rico. Por el camino se quedó un canelón de boletus pero es que estábamos a tope. De postre, unos tarta de queso y otros, entre ellos yo por supuesto, al brownie de chocolate. Jean Leon y Lagariza para beber. Café y gintonic....que más se puede pedir. De precio muy bien.


Una vez completados con éxito dos objetivos concretos como eran la mascletá y la comida, nos dispusimos a pasar la tarde por las avenidas valencianas buscando algo de diversión y ambiente donde tomar unas copichuelas.Y valencia tendrá oceanográfico y circuito de fórmula uno pero lo que es ambiente vespertino cero. Le damos mil vueltas. Además coincidía que era la ofrenda de flores a la Mare de Deu y eso allí es sagrado. La gente muy arregladilla para el evento, mucho guiri haciendo fotos y poco más. El personal por las tardes creo que sale a comer buñuelos y chocolate con churros y esas cosas porque el seagrams lo tienen un poco abandonao. Puestos a comparar, creo que nuestra fiesta es mucho más populista y callejera que aquella. Pocas barracas populares. Vamos que pocos vasos de plástico y sombreros de paja vimos por las calles. Al menos por la tarde y por las zonas donde nos movimos, que supongo que no será igual en todos los sitios. Son fiestas más de ver que otra cosa. Además, el ser una ciudad tan grande hace que todo esté muy disperso con lo cual no se tiene esa sensación de fiesta agobiante. De todos modos, no nos fuimos a dormir hasta que encontramos algo de ambiente que algo había. Se disfrutó lo que se pudo.
Como siempre fue un placer.
By Joe.