viernes, 23 de marzo de 2018

LA PEÑA EN EL EGUN

MARZO/18

Casi después de un año desde la última entrada en este ya más que conocido blog y ante las peticiones de todos mis fans de un lado a otro del mundo, me dispongo a comentar una visita reciente que hicimos a un restaurante, ya con mucho arraigo en Alicante, aunque los dueños y tipo de comida que ofrecen nada tienen que ver con la millor terreta del mon: EGUN. Podéis imaginar de qué estoy hablando. Un vasco en toda la regla, regentado por vascos, comida vasca y ambiente alicantino....que todos los que estábamos allí éramos más alicantinos que la plaza de Los Luceros.



Pues mi querida peñica decidimos juntarnos que hacía unos meses que no había forma y finalmente, auspiciados por la batuta de un gran José Luis, se fijó fecha inamovible (el que no pudiera dos piedras), reservó en el restaurante ( el que no le gustara dos piedras), y marcó el plannig sabadero (el que no le gustara dos piedras). Con dos cojones. Grande el tío. Pero surtió efecto y los seis con salvaconductos y permisos firmados, sin rechistar, acudimos al punto de encuentro como cordericos. El plan pintaba bien en cuanto a lo que voy a contar, es decir, lo del comer, porque el Egun es uno de esos lugares que siempre oyes y que nunca habla nadie mal de él. Así, que figuraba entre los tropecientos que tengo pendientes de visitar.


Como he dicho, fieles a la cita y sin tardanza fuimos acudiendo Pedro, Isidro y el que escribe al encuentro del organizador, como no al lugar de encuentro desde hace décadas...el Altamira. Unas cervezas para abrir boca y bote al canto para el tonto de siempre. El amigo Felipe nos esperaba en el Mercado, para comenzar lo que a priori iba a ser una tardeo de los nuestros. El que quiera saber como son nuestros tardeos pues eso que se venga con nosotros un día. Una vez en el Mercado buen tiempo y mucha gente. El clásico del Damasol lo dejamos para otro día que la idea era pegarse un buen homenaje comiendo. Así, que más quintos, unas bandejas de embutido y comienzo de jornada como siempre con muchas risas. El amigo José Antonio (no sabíamos ninguno con qué enfermedad rara nos iba a sorprender este día) en principio no venía. Una simple gripe o algo así fue la excusa, aunque a última hora apareció para gran alegría del grupo. El tontaina se vino andando desde el PAU1....para recuperarse. En fin, nada nuevo en semejante personaje.




Teníamos reservado para las dos y media, así que andandito salimos hacia el restaurante, situado por la zona de Campoamor y tras unas vueltecillas conseguimos encontrarlo. El restaurante por fuera es de lo más simple y como he dicho no es fácil encontrarlo. Por dentro, sencillo, con mucha madera en las paredes, sillas rústicas y poco más. Nada importante a destacar. Eso sí,llemo hasta la bandera aunque también es cierto que es pequeño. Nos atiende amablemente una señora mayor, muy vasca ella, de Donosti nos dijo; en la barra otra señora más joven, muy vasca ella, su hija y en la cocina no recuerdo si era el marido de la primera o el hijo. Detalle sin importancia. Sin carta. La señora nos cuenta qué tienen para comer. Unas pocas entradas, unas pocas carnes, un pescado y poco más. A ver, mola ver la carta pero también digo que a veces y cuando vas a sitios como éste, tampoco hace falta marear mucho. A tiro fijo y a lo que íbamos... a comer vaca. Nos decantamos de entrada por unos pimientos rellenos de morcilla que venían en una cazuela muy monos ellos, nos aconsejó y accedimos al paté de cochinillo y el de setas, por lo original más que otra cosa, y una crema de queso Cabrales, sobre todo para joder a Felipe, grande su odio a a todo tipo de quesos. No le enseñaron de pequeño que hay que comer de todo. Como plato principal, unos pedimos el chuletón de buey, otros el de vaca, alguno el solomillo y dos, omito su nombre el magret de pato. Sabia decisión la suya. Como si vas a Tabarca y te pides unas lentejas. Pelín desmayaos quedaron. Risas varias al respecto. El pobre Felipe no dio una. Para los postres, lo mismo elegimos entre pocas opciones, todos caseros, y unos fuimos al mouse de chocolate, otros al idiazábal con membrillo y otros al helado de turrón de chocolate creo que era. Nos ofrecieron un vino joven de la casa para empezar y ya no salimos de él....del vino porque botellas cayeron tres.  Os muestro fotos.

paté de cochinillo y de setas

pimientos de morcilla
crema de Cabrales
magret de pato
chuletón de vaca
chuletón de buey


mousse de chocolate

queso idiazábal con membrillo

helado de turrón

Cafés servidos en cafetera melitta de toda la vida muy original para servirnos nosotros y como gentileza de la casa una botella de pacharán que cayó aunque alguno quedó con ganas de más. No entendió lo de "gentileza de la casa".



Decir que el servicio fue pues eso servicial, tonterías las justas, muy amables y eficientes eso sí, pero poco lugar a las risas y sin salir del guión. Pues mira que te digo...me gusta. Los platos vinieron en tiempo y en su punto en el caso de las carnes como habíamos pedido. Muy profesional todo.





Respecto a lo que comimos, se veía que el producto era muy bueno. Los entrantes buenísimos. Yo que amo el Cabrales me encantó. Felipe no piensa lo mismo. A juicio de la mayoría el buey fue plato del día, sencillamente espectacular. El pato hizo cua cua y el chuletón de vaca muy bueno. Decir que vienen sin guarnición, lo cual hace que no te pierdas comiendo patatas fritas y realmente vayas directamente a la carne. Cuando vayas al burguerking te las pides pero aquí no. El postre creo mejor fue el turrón aunque los otros buenos también.

Sobremesa larga sin ninguna mala cara ni reproche de las camareras, aunque se notaba que estaban deseando que nos fuésemos. Y el precio, a mi juicio, interesantísimo. Comer buen producto, cantidad, servicio impecable por unos treinta euretes me parece más que recomendable. Eso sí, sin carta como dije ni factura ni rés. No puedo deciros lo que valdría cada plato. Una opción muy buena si vamos buscando este tipo de comida. Así que os animo a que lo visitéis porque no defrauda en absoluto.

Lo que vino después pues ya sabéis, más de lo mismo un sábado por la tarde en Alicante, muchas risas, mucho ambiente, diversión y deber cumplido. Conseguimos muy buenos descuentos en copas y a alguno se le fue la mano. A última hora un Sento para reponer fuerzas Pedro, que el pato lo tenía en los tobillos y tequila, mucho tequila. Para terminar culminando con las viejas glorias, como nosotros, en los baretos ochenteros. Día largo y completo propio de la peña y con las mismas idas de bola que hace treinta años....y que no dejemos de tenerlas.


Así que hasta la próxima y que no tarde. Os quiero peñica...

By Joe.