domingo, 16 de agosto de 2015

POPULI BISTRO

AGOSTO/15

 Con Antonio recorriendo la geografía española  en busca del origen antropológico del hombre de Cromagnon, visitando cuevas y más cuevas, el resto, aguantando el insoportable verano como buenamente se podía, decidimos salir a comer algo por ahí, eso sí, en un lugar que tuviera aire acondicionado. Como se decidió a última hora, acordamos tomar unas cervecillas en Caballer y allí concretar.


El elegido fue Pópuli Bistro en la albufereta. Como se nos echaba el tiempo encima tampoco tardamos mucho en decidir, así que llamamos para reservar mesa. Nos dicen que dentro lo tienen completo pero que en la terraza exterior lo que queramos. Nos ha jodido...con lo que estaba cayendo como para meterse un homenaje a 40 grados. Me dicen que dentro es posible más tarde. OK...tomamos  otra cerveza y hacemos tiempo.

Decir que una vez allí me sorprendió que dijeran que dentro no había sitio porque es cierto que los dos primeros comedores estaban llenos pero un tercero al fondo lo abrieron para nosotros. No querrían ampliar tanto campo ese día. Extraño fue ver una pareja tomando algo, no creo que comiendo, en el exterior...pa que te dé un golpe de calor y quedarte en el sitio.

Pópuli Bistro, en la albufereta, antiguo Auberge de France, es conocido sobre todo por todos aquellos que en sus tiempos jóvenes visitaban el Factory e intentaban sortear los controles policiales. Que por aquellos tiempos no teníamos edad ni dinero para ir a esos sitios. Actualmente, la villa se encuentra rehabilitada propiedad del grupo Nou Manolín y sigue manteniendo la imagen exterior aunque dentro está totalmente reformado con amplias estancias y colores claros que le dan todavía una sensación de amplitud mayor. Son salones correlativos que van abriendo en función del aforo, creo, y a su vez ofrece la posibilidad de grupos o reservados. Hay un reservado muy chulo y acogedor con muy buena pinta. Fuera, una terraza que verdaderamente en verano por la noche tiene que ser muy seductora pero al medio día como que no. La atención y el servicio de diez, con personal muy joven, atento, agradable y profesional.

 Una vez  acomodados, como he dicho, solos en el salón del fondo vemos la carta que a primera vista resulta sugerente. Entrantes muy variados con diferentes tendencias, arroces que en principio parece ser una de sus especialidades, carnes o pescados y postres, con la posibilidad de degustar un plato del día, uno por cada día de la semana. Ya digo que a priori con muchas alternativas y posibilidades de elección, lo cual hace, si cabe, todavía más difícil la misma. Mientras lo pensamos, tomamos unos vermouts rojos que nos acompañaron de unas olivas muy bien aliñadas.


 Finalmente nos decantamos por los entrantes; sashimi de atún rojo con ensalada thai y el pulpo asado con salsa de monastrell. Pedimos  un plato también al centro de carne, en este caso, el steak tartar con pan de cristal, que últimamente estamos buscando el steak tartar perfecto, capaz de igualar al de Germán, que por cierto todavía no he probado.




 Para culminar nos pedimos un arroz en esta ocasión de "pelletes de bacallar". Nunca había probado yo este arroz y la verdad muy bueno.




 Para beber nos decantamos por tirar de blanco, en este caso, un chardonnay de Enrique Mendoza, bien aconsejados por el camarero y ya no nos salimos de ahí en la segunda elección.


 Decir que los entrantes estaban buenos, si acaso vimos poco atún rojo pero rico en definitiva. El pulpo muy original también y bien cocinado. Se deshacía al comerlo. La carne sin grandes estridencias. Seguimos buscando el tartar perfecto....Lo que sí me sorprendió fue el arroz y es que siendo una base muy sencilla estaba realmente bueno con ese sabor a bacalao seco de siempre y que no sólo fue para mí original, por el hecho de que no lo había probado nunca, sino que lo declaré plato del día.
 Para postrear pedimos una pannacota con salsa tofee y helado de sugus y una tarta de chocolate con sorbete de cereza. Postres muy originales y buenos, destacando el helado de cereza a mi gusto que junto con el chocolate ofrecía una mezcla espectacular.



 Unos carajillos para culminar acompañados de unas trufas de chocolate y a otra cosa mariposa.




 Como he dicho, lugar y entorno agradable, servicio perfecto, buena calidad del producto y de precio aceptable.



 Y dado que el calor era insoportable decidimos hacer una visita vespertina y refrescante a los antros portuarios para tomar los correspondientes digestivos. Se nos olvidó el bañador...












Como siempre, un placer...caluroso pero placentero...contamos los días para que Antonio nos cuente sus andanzas arqueológicas norteñas.
 Hasta la próxima.

 By Joe.